lunes, 15 de diciembre de 2014

Navidad sin Jesús, una religión de consumidores

¿Estamos resignados?

Ella dará a luz un hijo; y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados." (Mateo 1:21 RVA)

Fueron de prisa y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. (Lucas 2:16 RVA). 
¿Estamos cada día ante la triste realidad de una Navidad sin Jesús?
¿Estamos resignados a la triste realidad de una Navidad sin Jesús?

Más allá de las incertidumbres históricas que encierra poder determinar la antigüedad y validez de la celebración de la Navidad, esta festividad adquiere siempre una relevancia especial para millones de cristianos: Dios se ha hecho Hombre y se nos ha hecho cercano, para darle sentido a nuestra vida.

No obstante, son ya costumbre la arremetida comercial consumista y la pérdida de valores tradicionalmente vinculados a la celebración. El ambiente está saturado de frases e imágenes de cajón ideadas por servidores del culto al consumo, presentes en los templos postmodernos en que se han convertido los centros comerciales o malls. El Niño Jesús y la sencilla belleza de María han sido suplantados por un papá Noel cargado de obsequios -símbolo de la fiebre de comprar todo lo que se nos impone en los medios de comunicación-. Este síntoma en Occidente es síntoma de un mal más grave: el cristianismo, desprestigiado y señalado por varios sectores sociales, está siendo sustituido por una conveniente estructura de transacciones. En esta religión secularista, los seres humanos se han hecho conversos identificándose como clientes sin voluntad propia.

Esto nos obliga a cuestionar el papel de la familia y la iglesia en la divulgación de principios que tienen que ver con la esencia de la Natividad, referida por los evangelios de Mateo y Lucas. Por encima del asedio de comerciantes y las bonificaciones económicas de fin de año, persiste la imagen de Dios hecho Hombre en el seno de una humilde familia judía, con una misión dedicada al amor y la salvación de los seres humanos. El insaciable apetito de consumo no debería superar a la necesidad de sentido que reposa en el alma humana. Tampoco la gratificación de adquirir bienes a precio de rebaja, debe sustituir al amor y la solidaridad que nos hace verdaderamente humanos.

La nueva religión secularista promueve la conversión de los seres deshumanizados en clientes sin voluntad, cuyos templos postmodernos son los centros comerciales o malls.
La nueva religión secularista promueve la conversión de los seres deshumanizados en clientes sin voluntad, cuyos templos postmodernos son los centros comerciales o malls.
Ante tal situación es justo reclamar admiración por la dignidad de la fe en Jesucristo y respeto por los seres humanos a quienes va encaminada. La imagen del Niño Humilde y provisto apenas de unos pañales en el establo de una casa anónima en Belén, es lo opuesto a las luces del consumo desaforado de nuestros días. Jesús viene una vez más a redimirnos de nuestro culto al bienestar, las apariencias materiales y lo efímero de las vanidades. Sabe que detrás de tanta belleza exterior se esconden injusticias propinadas por los poderosos sobre los débiles. Para nadie es un secreto que las mercancías a precios de descuento tienen como víctimas silenciosas a miles de obreros trabajando bajo condiciones inhumanas en países como China y Vietnam.

Al leer los evangelios, Jesús nos revela a través de su nacimiento que las ansias nunca satisfechas por el consumismo, sólo pueden ser superadas por el verdadero sentido que Él da a nuestro ser. Un sentido que sólo puede dar el encuentro personal con Dios Hombre: Jesús.

La sencillez del acontecimiento que origina la tradición de la Navidad supera de lejos la mentalidad consumista que ha invadido nuestro tiempo
Lic. Nelson Lavado
Comunidades Bíblicas Lectoras
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